Tras casi un mes de espera salieron las listas de adjudicación de admitidos.
¡Vaya! No entré en medicina.-dije sin ningún ánimo.
Justo ese día estaba de vacaciones con unos amigos y vieron mi cara de '¿Por qué la vida es tan injusta? Tras estar sola un buen rato en la habitación me planteé el ¿por qué no pude entrar? Yo había luchado tanto para conseguirlo pero el esfuerzo no dio sus frutos. Ese 12.55 no me había servido de nada. Pero después de pensar y reflexionar me di cuenta que en el fondo no quería medicina. No era lo que de verdad me apasionaba. Yo prefería algo que estuviera más cerca de las personas, y esa era mi segunda opción, enfermería. Para las personas que me conocen desde hace tiempo saben que hubo un cambio en mi decisión y que durante un largo tiempo quise enfermería pero este año al ver esa posibilidad de entrar en medicina, lo intenté hasta el final.
Y diréis, ¿no entraste en otra universidad? Pues no. Tampoco es que me matara a echar prematrículas. En una me quedé a 4 centésimas de entrar. Pero lo malo es que tenía unas 270 personas delante. Si hubiesen más universidades en este país hubiera entrado sin duda alguna.
Pero veamos el lado positivo de esto. Entré en la universidad que tengo más cerca. Entré en enfermería. Y no, no soy una persona que se vaya a arrepentir toda su vida de no entrar en medicina, ya que en el fondo era lo que quería de verdad. Por eso cuando alguien me preguntaba lo que quería estudiar, siempre decía que enfermería o medicina. Nunca descarté enfermería. Porque en el fondo enfermería era mi pasión. Así que ya os puedo decir oficialmente y con mucho orgullo que ;
¡ENTRÉ EN ENFERMERÍA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario